En el capítulo 17 de Las mansiones de los Hamptons, Victoria Amory nos abre las puertas de una antigua granja reformada de 1700 con 500 metros cuadrados distribuidos en dos plantas y una hectárea de jardín. Cuenta con cuatro habitaciones, cuatro salones y un espacio taller.
La casa está fabricada con piedra y madera y mantiene un monocromastismo que dota de serenidad a la mansión. Suelos de piedra, paredes de madera y muebles que los propietarios han ido encontrando a lo largo de los años en diferentes anticuarios.
El salón cuenta con colores neutros con pequeños toques de color. Techos altos y suelos con madera ancha. Una gran lámpara del siglo XVIII, grandes ventanales por los que entra mucha luz y una mesa alta antigua.
En el comedor la mesa se sitúa a en un lateral para poder dejar un pequeño paso que comunica con el salón. Una iluminación diferente y un papel en las paredes reproducción de un papel inglés de 1700. La mesa es francesa y las sillas son suecas forradas con una tela en tonos pálidos.
Todas las alfombras de la casa están hechas a mano por el marido de la propietaria. La mayoría de las estancias están decoradas con papel pintado a mano.
El dormitorio principal tiene el techo abuhardillado y colores típicos suecos. Papel pintado en las paredes y muebles antiguos que dota a esta estancia de un carácter personal.
El baño del dormitorio mantiene la gama cromática, tiene una gran bañera y unas butacas de mimbre de la abuela de la dueña de la mansión.
Además visitamos el estudio de telas, donde se fabrican las alfombras que hemos visto antes.