En el capítulo 20 de Casas con firma el arquitecto de interiores y decorador Thomas Urquijo nos enseña cómo prácticamente desde cero, ha convertido una casa mallorquina destruida, en una auténtica obra de arte.
Desde la entrada principal se accede a un hall alrededor del cual se distribuyen el resto de los espacios. Varios estilos visten la casa acorde a las diferentes civilizaciones que han poblado las Islas Baleares. Cada habitación tiene una identidad propia.
Paredes blancas, abovedadas con gran protagonismo de los suelos con llamativas alfombras. Comenzamos la visita de la casa por uno de los salones cuyo objetivo es sala de lectura de mañana con toques vegetales. Las paredes en este caso son pintadas a rayas verticales en tonos pastel. Espejos en las paredes para dar luminosidad. A través de este salón se accede a un comedor de diario o de desayuno, al que se le han abierto dos ojos de buey y un lucernario al no tener ventanas. Un color rojo que aporta vitalidad en esta estancia y una colección de herbolarios empapela las paredes.
Un segundo comedor más austero y más afín a la estética mallorquina. Con acceso a la cocina a través de unas puertas y un ventanal de cristal impresionante. La cocina es muy luminosa con grandes ventanas y aberturas en el techo.
Un salón de invierno con elementos más acogedores y colores más cálidos. En otro de los alas destruidas un salón de verano con colores más fríos y techo abovedado.
Las habitaciones muy acogedoras con camas, algunas con baldaquín, otras con grandes cabeceros bordados a mano. La decoración con aire campestre y fresco. Tonos neutros y grandes alfombras.
