El jardín efímero del desierto

En el Parque Estatal del Desierto de Anza-Borrego, al sur de California, está ocurriendo algo inusual. El fenómeno de la “súper floración”, que normalmente ocurre de media una vez cada década, se ha dado por segunda vez en tan solo dos años como consecuencia de las copiosas lluvias invernales. Esta sería la cuarta vez que las flores se dejan ver en pleno desierto en lo que llevamos de siglo. En 2005, en 2012 en menor medida, en 2017 (la mayor en 20 años), y este mismo año.

Las flores también aparecen en el Parque Nacional Joshua Tree, la Reserva de Cold Creek o el Lago Elsinore del Cañón de Walker. Pero Anza-Borrego, que lleva el nombre de un explorador español, está entre los lugares que reciben una mayor afluencia de visitantes. Estos llegan de todas partes del país maravillados por el fenómeno natural, que hace que los vivos colores de las flores contrasten significativamente sobre un escenario tan árido.

Pocos son los que estando allí pierden la oportunidad de hacerse una foto en el llamado Cañón del Coyote, que nos muestra la variedad de la flora en todo su esplendor con girasoles amarillos, Verbenas de arena, Lupinos de Arizona o Primaveras de las dunas. Según Sally Theriault, gerente del centro de visitantes del parque estatal, esta gama cromática llena el desierto de «magia», lo que atrae a grandes multitudes al pequeño poblado de Borrego Springs.

El secreto está en la alta capacidad de supervivencia de las semillas de las flores silvestres. Mientras no ocurre lo mismo con las semillas de la maleza, las semillas de estas flores son capaces de “dormitar” en invierno para germinar con la llegada del mes de febrero. Aunque solo tienen hasta finales marzo para crecer y florecer, ya que abril trae las altas temperaturas. El resultado de esta sucesión de acontecimientos es un jardín efímero en mitad del paisaje desértico digno de admirar.

Tanto locales como turistas, consideran un “regalo” el hecho de que la vida pueda surgir de la arena inerte, y vienen a apreciarlo sin importar la distancia. Ahí tenemos a Caroline Edwards, una mujer de 68 años que se ha traído a unas amigas desde Tacoma, Washington: “Oímos decir que la eclosión sería fantástica este año (…) hemos tenido un diluvio de lluvias esta temporada en el sur de California y con ellas vinieron las flores”. O a la mexicana Claudia Braq, que no ha podido resistirse a lo poco común del fenómeno.

Otra evidencia de que la naturaleza se abre camino. Habrá que esperar para saber si la “súper floración” de California se manifiesta al ritmo habitual de su ciclo, o si volvemos a disfrutarla por tercer año consecutivo. ¿Se trata de algo puntual o es otro efecto del cambio climático?

Fuente:EFE