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Esta casa es mía: Esta casa era una ruina

En el capítulo 7 de Esta casa es mía conocemos a dos familias que viven en casas a las que han dado una segunda vida, cuando ya sólo eran ruinas.

En primer lugar, visitamos Tamayo, un pueblo de Burgos que está abandonado desde los años 60. Niceto Muñoz es el único que vive en él desde hace 20 años, cuando decidió rehabilitar una casa de gran amplitud. Además, ha comprado otra casa que planea que pueda convertir en casa rural su hijo. Los precios de estas casas son menores a 12.000 euros debido a las condiciones en las que se encuentran.

El pueblo aún cuenta con una iglesia y comenta cómo los visitantes aún recuerdan las últimas fiestas que se celebraron en el pueblo. Niceto explica que en los 20 años que lleva viviendo allí no ha sufrido ningún acontecimiento paranormal, como algunos periódicos aseguran que ocurre en este lugar.

Pilar, su mujer, también está encantada de ser los únicos habitantes del pueblo y se ha acostumbrado a esta vida tranquila, en la que ellos mismos cuidan y limpian algunas zonas de Tamayo para intentar que no se pierdan. De hecho, Niceto es yesero pero ha aprendido un poco de todos los gremios en la reconstrucción de su casa, que no tenía ni tejado cuando la compró.

En segundo, nos desplazamos a Segura de la Sierra, en Jaén, donde José Ríos ha recuperado una antigua almazara convirtiéndola en su hogar. La casa es un gran loft «serrano», tal y como lo califica su dueño. En mitad del salón cuenta incluso con un columpio que entretiene a los niños cuando tiene visitas.

Uno de los puntos fuertes de la casa es el baño, que cuenta con una bañera para unas diez personas a modo de baño romano que funciona con agua de una fuente natural. También destacan los muebles que provienen en su totalidad de vertederos o donaciones, y como zona más curiosa el antiguo pozo que José restauró y que se puede ver gracias al cristal y luz que ha situado encima de él.

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